sábado, 18 de julio de 2015

La Ciudad Ambulante

El lenguaje de los carros
llegó a comerse
los huesos ardidos del silencio.
Las hamacas mortuorias
en las telararañas,
arrullaron el estruendo.
Perseguidos por voces humanas
los histericos animales
se hundían en mares en blasfemia.

El valle onduló largo
como el epitafio de una llama.

Algo enorme se acercaba.

Fue entonces que una cara
de brillante acero
asomó al escenario.

La montaña brillaba en la punta
como el pico gigante
de redondo cuervo
llevando una joya maldita.
al espacio.
.
Tras ella sus apéndices de trenes
como cableado,
le sostenían.
Majestuoso monstruo.
Ambulante e inmaculado.

Creado desde las escamas
del empresario,
hastal bolsillo bomba
del albañil,
que firma el apocalipsis
de sus hijos
con una lágrima.

La Ciudad De Las Fibras Partidas”.
se sentó sobre el alfiler cromado;
y con belicosas miradas
comparó el paisaje
con su decadente interior.

Afuera todo era colorido,
En sus adentros,
un viajero de pies deformados
deambulaba.

Su mirada callada y condenada,
dando círculos
sobre el último árbol.

Afuera el agua rompía la tierra
y se alimentaba de ella.
Adentro,
líquido verde flema
y nauseabundo olor
escurría cayendo,
a la tierra 
para provocar
incendios.
Adentro el sol
cascaba las carnes,
como un sahumerio
de verdades estruendosas.

En la ciudad de las fibras partidas,
los hocicos sedientos y heridos.

Libre o prisionero,
Un humano restregado
en el humeante pavimento...
también habia ayudado a parirla...

Interrumpió entonces su trance
para envidiar una vez más el valle.

Andaba sobre las grandes rocas.

Tomaba las montañas en sus manos.

Conversaba con la naturaleza
siendo engendro.

Hoy caminaba gigante
y lastimera.

Mirando el cielo,
por las ventanas
que poblaban su silueta.


Belial.