domingo, 25 de enero de 2015

El Trazo

La libertad traía pegada a su espalda un cúmulo profundo de decisiones,
casi un tumor que corría tras ella, y que solo yo podía notar.

Cuando ella se abalanzó sobre mi estirpe,
el grandioso tumor se regó como catarata en mis ojos
y me dibujó girando de pie
sobre amplias dimensiones.

Yo que soy un disparo
Lo que ella exhibe,
es un carrusel interminable
Yo que soy un disparo
No se que hacer,
¿Cuento las vueltas acaso?
¿Qué vueltas?
Si no hay repetición.

Pero este resplandor amotina contra mis ojos
y les hace retroceder.
Los pone entre la viva vida
y mi ciega razón;

A mi solo me podrás roer!"
 - me dijo con la mano puesta sobre mis ojos-

 "Aun me ves como una cárcel de viento.
 Un cerebro ruin y fracasado,
 deambula por la vida acostándose en cada camino que pisa,
 para arroparse después con su escupido polvo.
 Un cerebro que desdeña el líquido que lo llena,
 sabe que los caminos
 tan solo son delgadas mascaras,
 miseras cortinas sobre la más alta nube,
 y que la libertad se siembra siempre a sus orillas."

La Libertad con un costal lleno de vendajes
se alejó dejándome tirado en el suelo,
babeando confusas palabras,
con los ojos ya más negros que blancos

Belial.

jueves, 22 de enero de 2015

Fractura

Casi ya no se ven lanchas de corazón enardecido,
buscando en las místicas palabras que yacen sobre el mar,
un fondo parecido a la piel de sus latidos.

¿Qué cantidad de palabras son necesarias
para encapsular por completo la vida?
Si este momento se escapa incluso
del abrazo que la madera le ofrece al hacha,
invitándola a ser viva de nuevo.


La vida se sale de la letras quebrándoles la forma.
La vida sólo se describe con un suspiro.


Esto me lo enseñó el dolor de espalda que tiene mi bicicleta
de tanto cargar libertad a través del viento.
Y por eso desecha frenos en secreto,
queriéndome aventar hacia lo que este suspiro también exige.

Belial.

Agitado

Al parecer el día palpita brusco.
Siento a mi conciencia viajando
sobre un pálido retazo que oprime.

Espejismos de arena se toman el paraíso fructuoso de la virtud,


Prismas en rebeldía inundan mis cielos,
negro es su fulgor.


Belial

viernes, 16 de enero de 2015

El Robo De La Sombra



Cada vez que él se tropezaba con un transeúnte,
su largo cuerpo de cien pies ahuyentaba las narices.
Un olor a negro mango le cubría el pecho,
y lo aislaba tanto de los muros como de su sangre.
Siempre dudaba si estaba vivo cuando pasaba,
pero esta vez navegó siendo visto,
y cada mirada,
hacía que el cielo se cristalizara,
ese cielo,
que arropó paciente su falta de pelo,
y las huellas de blanquísima escupa,
que de sus manos caían...
Cuando la sincronía de la lluvia,
hundió las tierras largas,
que su cuerpo ciego alguna vez se prometió...
El espejo,
que ya llevaba por los suelos
y que pisaba con descaro.
Se levantó encorvándose ante en su frente como una cuchara.
Para envolverlo en su reflejo.
Para exhibir el infinito cráter
que sus ojos ocultaban detrás de una máscara de turbio lodo,
y asi asaltar finalmente
su errante falta de luz…
Los reflectores del teatro dilataron su horizonte hasta hacerlo confuso.
Devorándose la magia.
Gritando a todo volumen como un radio estropeado.
Hasta hacer enloquecer sus huesos ya quebrados,
caídos como la punta de un cigarro encendido.
Todo se hizo de aluminio.
La figura puntiaguda de un hombre
se forró con afán,
en la delgadísima tela
de la grandeza y el hambre...
Un águila vacía.
Que con frecuencia iba y venía al sol.
Y que tanto tanto lo seguía.
Tomó por fin su turbia sombra
que se elevaba del suelo al encontrarse.
Y se vistió con sus números como el espacio...
Mientras apagaba el sonido
de las miradas polvorientas de lino
que se alzaban siempre a verla,
transparente sobre el cielo.

Belial.

miércoles, 14 de enero de 2015

A Solas En El Cielo

En Cali,
miles de horizontes azules son el cristal
y a la vez son la persiana.
La pupila de este universo es blanca y profunda como los hielos.
Y se puede caminar en círculos
siempre y cuando suene salsa.

La noche desborda su negrura espesa,
rompiendo la membrana de la montaña,
que con la garganta llena de estrellas,
y agitando sus brazos ahogados
Disuelve su voz gigantesca
por los caminos de pasto...

Las tres cruces flotaron asustadas.
Moviéndose sin que nada las amarrara,
rasgando el cielo como una galaxia lejana,
como las fibras de nuestro corazón estiradas por la selva,
enredadas a los huesos como un bejuco...
Sumergidas en secreto bajo la piel de los tallos.

Y la biblia,
con la frente sudada
borra el génesis,
al leerlo mejor escrito,
en un fruto mestizo de las montañas.


Belial