sábado, 1 de marzo de 2014

La Llegada Del Mesias



Al fin bajó Dios del cielo conjelado en rojo.
¡Yo sonreí tan fuerte al verle!
que mis dientes destemplaron.

Pero él sin rastro de asombro,
y sin parar de flotar,
movió suavemente su cuello,
hasta desnucarse como búho.
Veía hoyos en las montañas de arcilla,
cabezas decapitadas,
aún ancladas a sus cuerpos,
moviéndose...
Miraba tranquilo,
brilloso.
Un aroma a oxido
viajo hasta infestar su nariz.
Venteo su piel arbusta
y marchitó el rosal...
La sangre estaba afuera
de sus múltiples cuencos.
Y los ríos de arena,
eran trasbocados,
por el agrio estómago
de un desierto.
...
<< Que cara tan ajada esconde
esa pomposa piel, - nos dijo -
¡Calumnias!
¿Para esto evité que el sol
les cayera en sus manos?
¡Arrullan la grosería!
¡Pincélan con el esfínter!
¿Y aún así sonríen con desdén?
¡Pues no seré mesías!
No merecen ver
las cuentas saldadas...
Gargantas quemadas...
¡Explotad!
aullad conmigo ante la bestia
¡Derramante de olvidos,
carcelero oprimido! >>
...
Clamé al señor por toda su gracia,
y desbordé mi corazón
en espesa sangre.
El escenario era maldito
como siempre lo quisimos hijo mio.

Belial.

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