Anticipo el absurdo brillo que acaba con la noche
al pisar el horizonte con determinación.
No importa que tan cerradas estén las ventanas
tu siempre entras sin permiso.
Hoy soy quien te invita,
te estaba esperando ansioso,
pasa y viste mi ventana con vapor.
Como llamas del olimpo
arderan nuestras yemas que sostienen
la calurosa tarea de vivir entre la piel y el aroma.
Del mismo modo en que las montañas
pobladas de arboles y frutos,
se atreven a tocar el sol
cuando más cansado está.
Despereza mi praxis al tiempo
que yo desenfundo tus ojos negros,
que no demoran en brillar con un brusco fulgor.
Y si un día tu presencia no está bordeando mi cama,
podre respirar de mi memoria
las cenizas de nuestros cuerpos..
al pisar el horizonte con determinación.
No importa que tan cerradas estén las ventanas
tu siempre entras sin permiso.
Hoy soy quien te invita,
te estaba esperando ansioso,
pasa y viste mi ventana con vapor.
Como llamas del olimpo
arderan nuestras yemas que sostienen
la calurosa tarea de vivir entre la piel y el aroma.
Del mismo modo en que las montañas
pobladas de arboles y frutos,
se atreven a tocar el sol
cuando más cansado está.
Despereza mi praxis al tiempo
que yo desenfundo tus ojos negros,
que no demoran en brillar con un brusco fulgor.
Y si un día tu presencia no está bordeando mi cama,
podre respirar de mi memoria
las cenizas de nuestros cuerpos..
Belial.
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