martes, 26 de mayo de 2015

La Paz



La rechoncha paloma de la paz,
volaba por la gris perdición.

Las nubes le disparaban de lo alto,
pero era ya imposible detenerla.

Esa rata voladora,
yacía en el asfalto,
y sin querer,
también la piso.

Nacida de una llaga en el corazón.

Lleva en su estómago cerebral
lo más agrio de la ciudades.

La evocan las guerras
y no calma su vuelo.

La calle pide su vida
por su augurio



Belial.

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