¿Qué tan bella podría ser una montaña?
sin un cielo que rozara con paciencia sus peñascos?
Sin que se burle en sus noches con un guiño,
al querer resarcir su vientre oscuro sobre el monte.
Esperando en vano florecer
esas promesas de volar
que ya las aves olvidaron...
Belial.
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