Cada vez que él se tropezaba con un transeúnte,
su largo cuerpo de cien pies ahuyentaba las narices.
Un olor a negro mango le cubría el pecho,
y lo aislaba tanto de los muros como de su sangre.
Siempre dudaba si estaba vivo cuando pasaba,
pero esta vez navegó siendo visto,
y cada mirada,
hacía que el cielo se cristalizara,
ese cielo,
que arropó paciente su falta de pelo,
y las huellas de blanquísima escupa,
que de sus manos caían...
su largo cuerpo de cien pies ahuyentaba las narices.
Un olor a negro mango le cubría el pecho,
y lo aislaba tanto de los muros como de su sangre.
Siempre dudaba si estaba vivo cuando pasaba,
pero esta vez navegó siendo visto,
y cada mirada,
hacía que el cielo se cristalizara,
ese cielo,
que arropó paciente su falta de pelo,
y las huellas de blanquísima escupa,
que de sus manos caían...
Cuando la sincronía de la lluvia,
hundió las tierras largas,
que su cuerpo ciego alguna vez se prometió...
hundió las tierras largas,
que su cuerpo ciego alguna vez se prometió...
El espejo,
que ya llevaba por los suelos
y que pisaba con descaro.
Se levantó encorvándose ante en su frente como una cuchara.
Para envolverlo en su reflejo.
Para exhibir el infinito cráter
que sus ojos ocultaban detrás de una máscara de turbio lodo,
y asi asaltar finalmente
su errante falta de luz…
que ya llevaba por los suelos
y que pisaba con descaro.
Se levantó encorvándose ante en su frente como una cuchara.
Para envolverlo en su reflejo.
Para exhibir el infinito cráter
que sus ojos ocultaban detrás de una máscara de turbio lodo,
y asi asaltar finalmente
su errante falta de luz…
Los reflectores del teatro dilataron su horizonte hasta
hacerlo confuso.
Devorándose la magia.
Gritando a todo volumen como un radio estropeado.
Hasta hacer enloquecer sus huesos ya quebrados,
caídos como la punta de un cigarro encendido.
Devorándose la magia.
Gritando a todo volumen como un radio estropeado.
Hasta hacer enloquecer sus huesos ya quebrados,
caídos como la punta de un cigarro encendido.
Todo se hizo de aluminio.
La figura puntiaguda de un hombre
se forró con afán,
en la delgadísima tela
de la grandeza y el hambre...
se forró con afán,
en la delgadísima tela
de la grandeza y el hambre...
Un águila vacía.
Que con frecuencia iba y venía al sol.
Y que tanto tanto lo seguía.
Tomó por fin su turbia sombra
que se elevaba del suelo al encontrarse.
Y se vistió con sus números como el espacio...
Mientras apagaba el sonido
de las miradas polvorientas de lino
que se alzaban siempre a verla,
transparente sobre el cielo.
Belial.
Que con frecuencia iba y venía al sol.
Y que tanto tanto lo seguía.
Tomó por fin su turbia sombra
que se elevaba del suelo al encontrarse.
Y se vistió con sus números como el espacio...
Mientras apagaba el sonido
de las miradas polvorientas de lino
que se alzaban siempre a verla,
transparente sobre el cielo.
Belial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario