Está agrietandose
en la parada.
Lleva media hora
esperando subirse a un vacío,
Donde los idiomas no le corten más la oreja;
donde el braille
se hable con los pies.
Sube al colectivo.
Los asientos de su viaje
no tienen como echarse para atrás.
A través de la ventana,
anaqueles guardan
los tesoros del cuervo
devaluados a la aguja.
Las calles se amotinan en su estomago.
"Todo tiene un suelo destructor"
Se dice un Dios
mientras abre un Mareól.
Belial.
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