Una vez el horno está encendido,
humeante el esqueleto
asoma de pie
frente a las ventanas.
El lapicero está en llamas,
gira vomitivo su craneo
sobre el blanco himen
con su las venas rotas
tras la piel.
Lapicero rojo,
manto mio,
en la llanura
de los claustros suspendidos.
Belial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario