sábado, 19 de octubre de 2013

Charcos Grises

 

Si sorbitos de mar
se da la tierra,
la careta del asfalto
no será tan certera,
un perfume arraigado
invadirá la acera,
que no podrá mancillarse más,
con el amargo sabor
de las cadenas,
que depositó en la tráquea
de los habitantes que ya no espera.

Ojos del cielo
como estrellas empapantes
caerán en los hombros
de edificios gigantes,
contemplando la vista,
                      /pavorosa vista,
de una cascara incipiente
culpable del odio,
moldeado en cemento sacralizado,
haciéndolo un cetáceo errante,
que boga el placer
de ser mojado con la brisa
de mil espejos,
donde se mira impasible,
y llora a su vez...
por ser la caracha asfixiante
del color viviente.

Estos retazos,
escupidos por el firmamento,
atestiguaran actos impunes,
y lavaran las caras
de los más desafortunados,
dándoles un sorbo falso
de esperanza venenosa,
que anuncia el estruendoso
oleaje de un mar abierto,
                   /sin arenas,
donde la tabla de naufragio
esta forjada en desprecio y rebeldía.

Vagaran incesantes
las gotas y los vagos,
la lluvia y los gatos mojados,
buscando que ver,
con pupilas llenas de poesía,
llenas del mismo canto indeleble,
que produce el grito del cielo
al derrumbarse en este
maldito artefacto
llamado ciudad.

Belial.

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